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A proposito de la cata celebrada el pasado 21.12.15 en Mesón Alegría, os dejamos el artículo firmado por Margarita Lozano el pasado 27.12.15 en el diario Granada Hoy.

La leyenda convirtió a Dom Pérignon, un monje benedictino, en el «Padre del champagne», el vino espumoso considerado máximo símbolo de elegancia y distinción en el beber. El guardado secreto para producirlo es lo que en realidad crea la leyenda en torno al monje alquimista que lo hace por primera vez. Crear leyendas llenas de misterio sobre un producto es una de las formas más eficientes de conseguir despertar tremendo interés por el mismo.

Lo que no es una leyenda es que en 1882, los productores de champagne se reúnen en una asociación destinada a controlar la calidad de la producción y a defender el nombre Champagne para que no pudiera ser usado por productores en el exterior. En 1932 la Champagne es declarada patrimonio nacional, recibiendo de este modo la protección completa del Estado Francés. Es decir, que el único verdadero champagne es el que viene de Francia. Otros vinos similares producidos en Chile, España, Italia, Australia y Estados Unidos pueden ser muy buenos, pero son «vinos espumosos».

El consumo de champagne ha crecido enormemente en el mundo, especialmente por la demanda de mercados emergentes como India, China y Rusia. El año pasado se vendieron 300 millones de botellas del burbujeante vino francés. Esto indica que hay un crecimiento en nichos de mercado, que buscan productos y servicios de altísima calidad y enormemente diferenciados. En China el 2006, las ventas fueron de 500.000 botellas, según informes de los exportadores. Los japoneses importaron 8 millones de botellas. Los consumidores de Estados Unidos compraron 20 millones de botellas. Estos incrementos en consumo han puesto incluso nerviosos a los productores, ya que por diferentes razones no pueden incrementar la producción. Una de ellas son las estrictas regulaciones impuestas a la producción para mantener la calidad. Otra es que muchos productores guardan parte de las botellas, ya que saben que es mejor que depositar dinero en el banco, a bajo interés. El incremento de la demanda y la limitada producción controlada, aseguran un incremento en el precio a corto plazo.

De champagne es la botella obligada que se abre cuando ocurren grandes acontecimientos, se consigue un anhelado objetivo o pasa algo excepcional. En el mundo entero el champagne es considerado un producto de lujo, los consumidores que lo compran no se fijan en el precio. Las lecciones de marketing en el caso de los productores de champagne son muchas. La más notoria es la importancia de la marca, su protección y posicionamiento, un trabajo hecho por los productores durante más de 120 años. Lo que han estado haciendo Coca Cola, Perrier y otros recientemente, no es sino imitar lo que se hizo en Francia un grupo de campesinos que en lugar de exportar uvas, le dieron a ellas un valor añadido. ¡Y menudo valor añadido! En cuanto al precio, jamás se preocuparon en enviar a producir su vino a China o Centroamérica, donde la mano de obra es más barata. Es un hecho que la mano de obra francesa es una de las más caras y que cuenta con mayores beneficios sociales del mundo.

Y así, el champagne se hizo grande. No se priven estas navidades: un sorbo de champagne le hará más feliz… Y como decía Lilly Bollinger: «el champagne es la única bebida que embellece a cualquier mujer».

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